30 mar 2014

Experiencias del invierno sueco: pescando en el hielo


Estas fotos llevan varias semanas esperando en mi ordenador a que las rescate para el blog. Así que voy a hacer un paréntesis entre las prisas y el estrés que últimamente me rodea para dedicarle un ratito a una de las experiencias más especiales del invierno. Junto con el estreno como esquiadora creo que este ha sido otro momento inolvidable de nuestro primer invierno en Suecia: la pesca en el hielo (isfiske). 


Ya he comentado alguna vez que España nunca habíamos ido a pescar. Nuestra primera vez fue durante el otoño y la segunda vez fue con esta otra modalidad. Y tengo que decir que es toda una experiencia. Porque no todos los días se puede caminar sobre el mar helado, porque las vistas son espectaculares y, sobre todo, porque creo que nunca he estado al aire libre y he disfrutado tanto del silencio. Un silencio sobrecogedor que solo rompe el hielo crujiendo bajo tus pies y un paisaje blanco y helado que no deja de maravillarnos a los que estamos tan poco acostumbrados a esto. 


Este tipo de pesca no es algo que unos novatos como nosotros podamos hacer por nuestra cuenta, por eso fue gracias a Petra y Alberto que pudimos estrenarnos. Ellos nos enseñaron algunos de los secretos de este tipo de pesca y nos prestaron su equipo. Así aprendimos cómo saber cuándo el hielo es suficientemente profundo para ser seguro, cómo ir en busca de los peces, cómo hacer los agujeros con la perforadora o cómo utilizar esas diminutas cañas de pescar que creo que se llaman pimpelspö. El resultado fue que las percas se reían de nuestra ignorancia, se comían el cebo y luego se marchaban tan felices :S.Mientras que Petra y Alberto iban sacando regularmente pescaditos del agujero, nosotros esperábamos a ver si había alguno más torpe que nosotros ;D. ¡Yo al menos puedo decir que pesqué una!


Después de mucho pescar (unos más que otros) y por supuesto un merecido fika sobre el hielo, nos fuimos a preparar el pescado. Tras un curso acelerado con Alberto sobre cómo rematar y limpiar a los pescados (que de tan frescos que estaban se negaban a morir) llegó el momento de comerlos. ¡Y bien ricos que estaban! Sobre esa lección culinaria existe un vídeo que creo que guardaré bajo llave porque mi "pelea" con las pobres percas me deja totalmente en evidencia ;D. 


¡Muchas gracias Petra y Alberto por la experiencia y vuestra hospitalidad!


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